domingo, marzo 25, 2007

AYER, HOY Y MAÑANA


Hay dos días en cada semana de los que no deberíamos preocuparnos; dos días que no deben causarnos temor ni recelos.
Uno de esos días es AYER, con sus engaños e inquietudes, sus errores y penalidades. AYER pasó para siempre de nuestro control. Todo el dinero del mundo no volverá a traernos el AYER. No podremos anular cualquier cosa que hicimos ni volvernos atrás de cualquier palabra que pronunciamos. AYER pasó para siempre.
El otro día que no debe preocuparos es MAÑANA, con sus posibles adversidades, sus cargas, sus muchas promesas y escasos cumplimientos. MAÑANA no cabe duda de que saldrá el sol, resplandeciente o cubierto de nubes, pero saldrá. Hasta que no salga, no tenemos ningún punto de apoyo en MAÑANA, pues no ha nacido todavía.
Sólo nos queda por tanto un día: HOY.
Cualquier hombre puede libra únicamente las batallas de un día. Sólo cuando unimos las preocupaciones de esas dos horribles eternidades: AYER Y MAÑANA, es cuando sufrimos un descalabro.
No es la experiencia de HOY, con todo lo que pueda deparar, lo que conduce al hombre a la locura; es el remordimiento y la amargura por algo que pasó AYER y el miedo a lo que MAÑANA pueda traer.
Vivamos por tanto sólo DÍA A DÍA.