viernes, abril 27, 2007

Capítulo 9

Una nueva pregunta de un compañero me hizo despertar de mis disquisiciones.

- ¿Le han llegado a golpear alguna vez?

Un intenso murmullo se adueñó de la sala, cesando de inmediato cuando Antonio comenzó a hablar.

- Os contaré la cruda realidad. Me han golpeado algunas veces, pero recuerdo una en especial cuando tan solo tenía 15 años. Fue en un pueblo entre las montañas, prefiero no decir cual ya que no quiero condicionaros para cuando vayáis a él. Hacia mucho frío, me acuerdo perfectamente de todo, era un partido de rivalidad regional, ya que jugaban entre dos equipos de pueblos colindantes y el encuentro se había tornado extremadamente brusco. Habría en el campo unas 200 personas divididas casi por igual entre visitantes y locales. Corría el minuto 40 de la segunda parte cuando un jugador del equipo local propinó un puñetazo al portero rival. Yo me acerqué a ver como se encontraba el guardameta y éste se encontraba sangrando, así que llamé a los cuidadores de su equipo. El público muy caliente empezó a penetrar en el terreno de juego. Yo estaba tremendamente nervioso y asustado, observando como toda esa gente invadía el campo dirigiéndose a nosotros. No pude aguantar más y equivocadamente (como con el paso de los años he podido comprobar) eché a correr hacia mis vestuarios que se encontraban en la portería contraria a la que yo estaba. Entonces toda esas personas que muy probablemente no se encaminaran hacia mi, ven a un hombre indefenso correr y encima es el árbitro. Pues claro, nada más fácil que ir a desahogar su ira con él. No pude contar cuantos serían pero desde luego no menos de 20 personas las que corrían detrás mía. Solo uno llegó a darme un patada y afortunadamente la puerta de mi vestuario se encontraba abierta. Me apresuré a cerrarla para interponer un obstáculo entre esos salvajes y yo. La verdad es que no quiero ni pensar que hubiera sido de mi, un niño de 15 años si la puerta de ese vestuario hubiera estado cerrada. En ese momento pasé mucho miedo, pero por contra me hizo ver que yo deseaba ser alguien en este mundo y que nada ni nadie me lo iba a impedir. Con esta anécdota no quiero asustar ni desmotivar a nadie, pero ya que me lo habéis preguntado no podía engañaros. Hoy en día, gracias a Dios, todo esto ha cambiado mucho, la gente está en general más civilizada y digo en general porque sigue habiendo personas incontroladas dispuestas a cualquier cosa, pero no debéis pensar en eso. Lo que sí hay que tener en cuenta es que habrá partidos fáciles, que los sacaréis adelante sin ningún problema y otros en los que estos aparecerán. Cuando esto ocurra os plantearéis si estáis capacitados para esto y si merece la pena el sacrificio que estáis realizando. Sólo entonces sabréis si vuestro futuro estará ligado al arbitraje o si ha sido una elección equivocada.
- Pues me parece que me voy a repartir pizzas, que ganaré más y lo mismo no me parten la cara – comentó Luis Miguel
- Pero debe ser muy emocionante vivir todo esto- le contesté.
- Sí, ya me contarás cuando tengas que buscar tus dientes en el
suelo. Pero bueno, debe ser que nos va la marcha...