Capítulo 1
- La culpa es del árbitro, ! qué malo es!, no sé como lo dejan estar en un campo de fútbol! -afirmaba mi padre.
- Pero, ¿qué dices Pepe?, ¿cómo puedes decir eso?- preguntaba un amigo de mi padre-. A un bicho como ese no debería permitírsele ni siquiera vivir. Si no hubiera sido por él nuestros hijos habrían ganado.
Yo, tenía 12 años, pero no entendía cómo un solo hombre tenía más poder que once jugadores, ya que según decía mi padre y su amigo, él había derrotado al equipo entero de mi hermano por 7 a 0.
Esa idea daba vueltas a menudo en mi cabeza ya que siempre que mi hermano perdía (y eso desafortunadamente ocurría con más frecuencia de la que podíamos desear), la culpa era de ese hombre que siempre vestía de negro. Así que un buen día antes de que mi madre me llevara a la escuela no se me ocurrió otra cosa que decirle:
- Mamá, creo que ya se lo que quiero ser de mayor.
- Ah si, no me digas. ¿Qué es? ¿Ingeniero?, ¿O acaso serás profesor?
- No mamá, no. Es algo mucho más importante. Un ingeniero puede construir carreteras y un profesor puede enseñar cosas a sus alumnos, pero mamá, ¿quién se fija en ellos cuándo realizan su trabajo?.
- Poca gente hijo. Pero entonces ¿qué profesión es esa tan importante en la que todo el mundo está pendiente de lo que haces?.
- Pues muy fácil. Yo de mayor quiero ser árbitro de fútbol.
La expresión que presentaba la cara de mi madre estaba tomando un matiz totalmente distinto al que tenía; pasaba de la ilusión a la decepción, de la alegría a la tristeza.
Yo no entendía, a mis años, qué era lo que había podido pasarle a mi madre, ya que esa cara sólo la había mostrado en mi presencia una vez y fue cuando mi hermana le dijo que estaba embarazada.
- ¿Qué dices Dani?, ¿Cómo vas a ser árbitro?, si hay muchas profesiones en las que puedes ayudar a la gente, ganar mucho dinero, llegar a la fama, ¿por qué precisamente quieres ser árbitro?. Yo te aconsejaría que no le comentases nada a tu padre por ahora, ya sabes que no está bien del corazón y te convendría asegurarte antes de darle esa noticia a tu papá. ¿No te parece hijo?.
- Bueno mamá, como tú prefieras, pero yo lo tengo claro, no quiero ser otra cosa.
Probablemente ese comentario de mi madre haya pasado por mi mente desde entonces un millón de veces, ya que los hechos acontecidos a partir de ese momento han llenado de felicidad mi vida, pero también ha habido momentos en los que hubiera preferido no decirle nada a mi madre esa mañana.
- Pero, ¿qué dices Pepe?, ¿cómo puedes decir eso?- preguntaba un amigo de mi padre-. A un bicho como ese no debería permitírsele ni siquiera vivir. Si no hubiera sido por él nuestros hijos habrían ganado.
Yo, tenía 12 años, pero no entendía cómo un solo hombre tenía más poder que once jugadores, ya que según decía mi padre y su amigo, él había derrotado al equipo entero de mi hermano por 7 a 0.
Esa idea daba vueltas a menudo en mi cabeza ya que siempre que mi hermano perdía (y eso desafortunadamente ocurría con más frecuencia de la que podíamos desear), la culpa era de ese hombre que siempre vestía de negro. Así que un buen día antes de que mi madre me llevara a la escuela no se me ocurrió otra cosa que decirle:
- Mamá, creo que ya se lo que quiero ser de mayor.
- Ah si, no me digas. ¿Qué es? ¿Ingeniero?, ¿O acaso serás profesor?
- No mamá, no. Es algo mucho más importante. Un ingeniero puede construir carreteras y un profesor puede enseñar cosas a sus alumnos, pero mamá, ¿quién se fija en ellos cuándo realizan su trabajo?.
- Poca gente hijo. Pero entonces ¿qué profesión es esa tan importante en la que todo el mundo está pendiente de lo que haces?.
- Pues muy fácil. Yo de mayor quiero ser árbitro de fútbol.
La expresión que presentaba la cara de mi madre estaba tomando un matiz totalmente distinto al que tenía; pasaba de la ilusión a la decepción, de la alegría a la tristeza.
Yo no entendía, a mis años, qué era lo que había podido pasarle a mi madre, ya que esa cara sólo la había mostrado en mi presencia una vez y fue cuando mi hermana le dijo que estaba embarazada.
- ¿Qué dices Dani?, ¿Cómo vas a ser árbitro?, si hay muchas profesiones en las que puedes ayudar a la gente, ganar mucho dinero, llegar a la fama, ¿por qué precisamente quieres ser árbitro?. Yo te aconsejaría que no le comentases nada a tu padre por ahora, ya sabes que no está bien del corazón y te convendría asegurarte antes de darle esa noticia a tu papá. ¿No te parece hijo?.
- Bueno mamá, como tú prefieras, pero yo lo tengo claro, no quiero ser otra cosa.
Probablemente ese comentario de mi madre haya pasado por mi mente desde entonces un millón de veces, ya que los hechos acontecidos a partir de ese momento han llenado de felicidad mi vida, pero también ha habido momentos en los que hubiera preferido no decirle nada a mi madre esa mañana.
Claro, te puso esa cara porque el comentario fue hace muchos años, si lo hubieras hecho hoy en día te hubiera dicho, "claro hijo mio, tira para adelante, mejor eso que ingeniero, que no veas tu lo precario que está el mercado laboral".
Moraleja: Cada cosa a su tiempo.
Ya te digo, pero vaya que algunos no se pueden quejar de su actual curro. Si hubieras seguido currando en la informatica, el amor de tu vida no hubiera aparecido. Asi que no te quejes guarron
Amos a ver.....ya se que éste no era el tema principal de estos comentarios pero creo que me he perdido yo algo......bartolas ha encontrado el amor de su vida?? ein?? Digamelon??
Qué pasa Raulillo, me alegro tener noticias tuyas. Has visto de lo que te enteras en este pedazo de blog. Para que veas que tienes que seguir enganchado. Noticias frescas y excitantes. Niño, espero que todo vaya bien.